El libro “Por qué fracasan los países”, escrito por Daron Acemoglu y James A. Robinson, publicado en 2012, es considerado por muchos economistas una de las mayores aportaciones a la economía en cuanto a la relación de estas con las instituciones. A lo largo del libro, ambos autores desarrollan una teoría con la que tratan de explicar la desigualdad mundial. Para ello, toman como base las instituciones del país, dando una especial importancia a la acción del Estado en la economía.
Acemoglu y Robinson son explican que existen dos tipos de instituciones, las inclusivas y las extractivas. Resumidamente, en las inclusivas el Estado crea un mercado inclusivo donde asegura igualdad de condiciones para todos los individuos, ofrece servicios públicos y crea incentivos para la innovación basada en la destrucción creativa. Aparece el Estado de derecho y el poder político está distribuido en las sociedades pluralistas. Por otra parte, están las instituciones extractivas, en las cuales un grupo reducido es quien tiene el poder y su objetivo es extraer riqueza de la población, es decir, se enriquecen a costa de empobrecer a la población, de ahí su nombre. Bajo estas instituciones los derechos son inseguros y el Estado no crea incentivos, pues la innovación y la destrucción creativa traen consigo una distribución de rentas que disminuiría su riqueza y pondría en riesgo su poder. Entonces, los países con instituciones inclusivas tienden al desarrollo mientras que los países con instituciones extractivas se estancan y acaban en el fracaso económico.
Para comprenderlo mejor, a lo largo del libro los autores desarrollan diversas anécdotas históricas que confirman su teoría. Uno de los ejemplos en los que más hincapié se hace durante la obra es al de Inglaterra, pues también tratan de entender las razones de que se produjese allí la revolución industrial a través de su teoría. Inglaterra comenzó su camino hacia las instituciones inclusivas antes que otros países, pues al ser la última potencia en unirse al colonialismo solo le tocaron “los restos”. Estas zonas carecían de metales preciosos y el sistema implantado por España no podía aplicarse a las colonias inglesas, por lo que para crear rentabilidad tuvieron que crear incentivos para los colonos.
Estos incentivos ayudaron a debilitar el poder el absolutismo y que el Parlamento tomase cada vez más poder, hasta finalmente instaurar las instituciones inclusivas que permitieron crear los incentivos que desarrollaron la destrucción creativa necesaria para la revolución industrial.
Ejemplos como este aparecen a lo largo de todo el libro, reforzando su hipótesis y dando a los economistas una nueva perspectiva sobre una razón que explique la desigualdad mundial en la actualidad.
Sin embargo, este libro que tan aclamado ha sido por algunos economistas no se ha salvado de las críticas. Algunos, como Fukuyama, critican la gran generalización que utilizan en los términos claves de este libro acusándolos de usar palabras vacías. Sus conceptos, al ser tan abiertos y no especificar mucho, parecen encajar de primeras en todos los supuestos históricos que nos cuentan, pero si miramos más a fondo, muchos de estos ejemplos no se sostienen con la teoría de los autores. Los países bajo instituciones extractivas tienden al fracaso y al estancamiento económico, pero entonces ¿cómo explicas que España mantuviese su auge durante el siglo de Oro bajo instituciones extractivas? Regina Grafe critica desde este punto de vista.
Sea acertada o no su teoría, lo que si podemos afirmar es que las contribuciones del libro de Acemoglu y Robinson no han pasado por alto. Quizás le den demasiada importancia a las instituciones, o quizás estén en lo correcto, pero gracias a este libro muchos economistas han incluido un nuevo punto de vista en su análisis de la economía mundial, las instituciones, cuya importancia no podemos negar.
Nunca lo había pensado, muy revelador
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